domingo, 16 de marzo de 2008

Anorexia, una escalera al cielo

La anorexia afecta sólo en España a unas 80.000 personas, provoca unos 500 ingresos hospitalarios anuales y se lleva a la tumba a docenas de personas. Supongo que nadie diría que sufrir este trastorno es una virtud, aunque se pretenda justitficar en la fe. Por eso sorprende que la Iglesia católica suba a los altares a quien un día decidió dejar de comer, y junto con los preceptivos milagros, califique de 'virtud' el ayuno prolongado y extremo de uno de las nuevas beatas aprobados en este siglo XXI.


A mediados de 2003, la portuguesa Alexandrina Maria da Costa fue declarada beata al atribuírsele una curación milagrosa que favoreció a una mujer de Póvoa do Varzim. En el expediente abierto sobre la Causa de Alexandrina, también figuraban otros 'prodigios' de esta mujer que vivió durante la primera mitad del siglo XX en la localidad portuguesa de Balasar. Entre ellos, están documentados éxtasis, presuntas comunicaciones con Jesús y un ayuno prolongado que habría durado nada menos que ¡doce años!

En el libro recojo algunos de estos casos de santos "anoréxicos", pero especialmente quise detenerme en la figura de esta beata portuguesa por la proximidad en el tiempo, tanto que incluso existen vídeos y fotografías de sus éxtasis, y certificados médicos que validan su prolongado ayuno.

A ‘Doentinha de Balasar’

Balasar es una aldea del Norte de Portugal, situada entre Vilanova de Famalicão y Poboa do Varzim. Las tierras prolíficas en olivos y frutos daban el sustento de sus pobladores.

Cuentan sus biógrafos que Alexandrina fue una niña muy devota, no demasiado diferente de cualquier otra. Tras un breve paso por la escuela primaria, cuando tenía nueve años tuvo que dedicarse al trabajo en el campo para contribuir al sustento de la casa. Unos años más tarde, cuando contaba con tan solo 14 años de edad, ocurrió un hecho que cambiaría su vida para siempre. Ese día, la niña se encontraba en una habitación de la planta alta de su casa en compañía de su hermana Deslinda y otra mujer. Tres hombres se acercaron a la casa y exigieron entrar, pero Alexandrina reconoció a uno de ellos como el hombre que años atrás la quiso acosar sexualmente. Los tres extraños finalmente entraron en la casa por una puerta de servicio, al tiempo que las otras dos mujeres lograron escapar. Alexandrina quedó acorralada por el acosador en la habitación, y tras gritar ‘Jesús ayúdame’, prefirió saltar por la ventana antes de ceder a los instintos del extraño. El golpe que recibió al caer afectaría a su columna irremediablemente. Y es así, que tras una recuperación parcial, finalmente quedó postrada en cama cuando tenía tan solo 20 años. Y en esa situación pasó el resto de su vida hasta su fallecimiento en 1955.
Los médicos fueron concluyentes en el diagnóstico y de nada sirvieron las oraciones que su familia rezaba junto a su cama, ni las velas colocadas junto a la estatua de la virgen, ni tampoco la frustrada peregrinación a Fátima que Alexandrina tuvo que suspender. Nunca más se levantaría de su cama.
Cuando el tiempo fue determinando la irreversibilidad de la enfermedad de Alexandrina da Costa, poco a poco fue entrando en una escalada mística que le llevó a hechos prodigiosos. Sus biógrafos cuentan que entraba en éxtasis y podía hablar con Jesús y con la virgen, cuyos dictados escribía cuidadosamente su hermana Deslinda en un cuaderno. Al igual que Doménica del Paradiso, la ‘doentinha de Balasar’ también mantuvo un ‘matrimonio místico’ con Jesús, sintiendo en 180 ocasiones la Pasión, donde por momentos recobraba la movilidad perdida y escenificaba la agonía de Jesús en el Getsemaní..
A mediados de marzo de 1942, la enfermedad de Alexandrina se había agravado y solo se alimentaba con leche y agua mineral. Creyendo que su final estaba cerca, solicitó la Extremaunción.
Pero no falleció entonces, y a medida que pasaban las semanas el aspecto de Alexandrina fue mejorando, a pesar de que no ingería alimento alguno. La noticia de su increíble ayuno pronto se fue propagando, y las visitas de curiosos y creyentes se fueron incrementando. Y entre ellos llegaron algunos médicos que querían conocer de primera mano si aquel ayuno era verdadero o simplemente un fraude.
Las visitas a la casa de Alexandrina se sucedieron, pero los facultativos querían tenerla en observación las 24 horas del día. Y así fue.

Ayuno bajo control médico

Un grupo de médicos, con la ayuda intercesora de los sacerdotes, convencieron a Alexandrina para que accediera a un control médico de su ayuno en un lugar fuera de su casa. Es así que el 10 de junio de 1943 fue trasladada al Refugio de Parálisis Infantil de Foz do Douro, donde se sometería solo a un control por parte del personal médico para verificar si el ayuno era tan estricto como se comentaba.
Durante los 40 días que estuvo ingresada en este centro, se encargaron de su cuidado “un grupo de personas de probada honradez, incapaces de venderse, todas tenían algunas nociones de enfermería, pero no eran profesionales, completamente libres, sin interés monetario, dispuestas a asistir a la enferma, a pasar la noche con ella, teniendo siempre ellas la llave del cuarto en su poder”, aseguró en su informe uno de los médicos responsables de Alexandrina durante su estancia en Foz do Douro, el Dr. Gomes de Araújo, miembro de la Real Academia de Medicina de Madrid. El facultativo añade que estas personas fueron elegidas “por su incredulidad” sobre el caso y fueron las únicas que pudieron tocarla, ya que ni su propia hermana podía hacerlo durante las visitas.
En su informe final, el Dr. Gomes de Araújo concluye que “es para nosotros enteramente cierto que durante los cuarenta días de internamiento la enferma no comió ni bebió, no orinó ni defecó, y esta circunstancia nos lleva a creer que estos fenómenos puedan producirse desde tiempos anteriores. No podemos dudarlo”.
Durante el internamiento de control de Alexandrina, existe otro informe firmado por los doctores Carlos Alberto da Lima, profesor jubilado de la Facultad de Medicina de Oporto y Manuel Augusto Dias de Acevedo donde certifican la paraplejia que sufría la paciente y dan fe de que el análisis de sangre, recogido tres semanas después del internamiento demuestra la abstinencia de sólidos y líquidos, afirmando que “la ciencia no puede explicar lo que en ese examen se registró, así como, de acuerdo a las reglas de la Fisiología y Bioquímica, no puede ser explicada la supervivencia de esta enferma por motivo de esa abstinencia absoluta durante los cuarenta días de internamiento”. En cuanto a la propia Alexandrina, ambos doctores suscriben que “respondió diariamente a muchas preguntas y mantuvo numerosas conversaciones, manifestando la mejor disposición y lucidez de espíritu”.
Una vez que regreso a su casa, el ayuno de Alexandrina se habría prolongado hasta su fallecimiento ocurrido el 13 de octubre de 1955.
En Balasar, numerosos peregrinos visitan la tumba de Alexandrina Maria da Costa que se encuentra en el interior de la iglesia de Santa Eulalia. En una de las entradas laterales del templo, una oficina recoge los favores atribuidos a esta mujer, que va camino de la beatificación. El propio Juan Pablo II la declaró ‘Venerable’ en enero de 1996 y fue beatificada en 2003.

No quiero valorar aquí si estos hechos fueron ciertos o no, si realmente se cumplió este ayuno extremo, que en todo caso está documentado en muchos otros casos, incluso algunos fuera del ámbito místico. Pero no puedo evitar una reflexión, al ver que esta actitud se está imitando hoy en día.

¿Se puede hacer apología de un trastorno de la alimentación que causa docenas de muertes cada año? ¿Cómo se puede 'premiar' con un puesto en los altares a una anorexía, por muy mística que sea?

Lo más preoocupante es, insisto, en que el ejemplo cunde. En el libro incluyo ejemplos actuales de verdaderas santas vivas, como María Rosalina de Tropeço, también en el norte de Portugal. La afluenxcia de personas era tal que incluso el Estado intentó, cuando Rosalina aun era una niña, quitarle la custodia a su madre, por las romerías de devotos que visitaban a la niña desde mediados de los años ochenta.

1 comentario:

P. Albrit dijo...

Bien sabrá ustede que la iglesia no hace (perdón, reconoce) santo a nadie por ser raro, sin a pesar de ello. El caso de Alexandrina, que a penas conozco, es sin duda uno de ellos. Lo maravilloso y ejemplar sería cómo vivió ese tiempo de ayuno: con alegría, con paciencia, en actitud de reparación por los pecados, con mucha unión con Cristo...
Si alguien decide hacer ayunos tan prolongados sin la gracia de Dios, es decir, por tontería propia, se topará con que tarde o temprano comerá algo y enfermará, lo que no ocurrió con Alexandrina.

En fin, me gusta el blog. Un poco morboso, pero...